Mónico Sánchez nació en 1880, en un pequeño pueblo de Ciudad Real, Piedrabuena. Desde allí empezó a desarrollar sus inventos, que llegarían a traspasar las fronteras del país. La historia de Mónico Sánchez es digna del argumento de una película. De hecho, se ha llegado a comparar a este ingeniero con el famoso Tesla.
Nacido en el seno de una familia humilde y en un entorno donde tres de cada cuatro personas no sabían ni leer ni escribir, Mónico Sánchez empezó a trabajar desde pequeño, como aprendiz en un comercio. Con 20 años abrió su primero negocio, una tienda en su pueblo. Poco después emprendería sus aventuras en Madrid. En la gran ciudad buscaría cumplir su gran sueño: ser ingeniero eléctrico. Pero el año en que llegó a Madrid, 1901, además de encontrarse la Escuela de Ingenieros Industriales cerrada por huelgas estudiantiles, la formación previa de Mónico era muy básica para poder acceder a estudios superiores. Por ello, decidió estudiar por correspondencia un curso de electrotecnia de una academia británica. Una peculiaridad del curso es que se impartía en inglés y Mónico no tenía ningún conocimiento de este idioma. De hecho, el joven emprendedor aprendió un básico inglés a la vez que estudiaba el curso.
En 1904 emigró a Estados Unidos a la edad de 23 años, con 60 dólares en el bolsillo y sin apenas hablar inglés. Realmente por entonces solo sabía leer un poco de inglés gracias al curso sobre electricidad que estudió a distancia. Al principio, el joven Mónico se comunicaba escribiendo lo poco que sabía de inglés. Su objetivo era estudiar en los Estados Unidos y así lo hizo: primero asistió a un curso en un centro de formación profesional y posteriormente cursó estudios en la Universidad de Columbia. En el año 1907, Mónico Sánchez se tituló como ingeniero.
Con su título de ingeniería, Mónico Sánchez entró a trabajar en Van Houten and Ten Broeck Company, una empresa especializada en la instalación de aparatos eléctricos en hospitales. Es en esta empresa donde Mónico desarrolló uno de sus inventos más famosos: una máquina de rayos X portátil. Durante la Primera Guerra Mundial este invento revolucionó la atención médica en los campos de batalla.
Poco después, Mónico Sánchez se incorporó como ingeniero jefe a la empresa Collins Wireless Telephone Company, que le había ofrecido medio millón de dólares por su invento. Posteriormente, en esa misma empresa, participó activamente en el desarrollo de unos primitivos teléfonos móviles. Como curiosidad, en la Feria de la Electricidad de 1909, el estand de la Collins, donde el ingeniero Mónico fue retratado, era contiguo al de la General Electric de Edison y al de la Westinghouse de Tesla.
En 1912, Mónico Sánchez regresó a sus orígenes, a su Piedrabuena natal, para crear empleo y riqueza con la fundación de su nueva empresa: Laboratorio Electrónico Sánchez. Allí construyó una fábrica de tecnología puntera donde se fabricaban aparatos electrónicos. Como en su pueblo no había electricidad ni agua corriente instaló una central eléctrica e hizo construir un sistema de abastecimiento de aguas.
Los éxitos del ingeniero Mónico Sánchez fueron reconocidos en distintos lugares. Así, recibió la Medalla de Oro de Ciudad Real, en 1914, y la Medalla de la Exposición Internacional de Barcelona, en 1929. Lamentablemente, la Guerra Civil y la posguerra destruyeron su fábrica y su actividad empresarial fue decayendo.
Actualmente gran parte del trabajo del ingeniero Mónico Sánchez se expone en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología en Madrid y en La Coruña, donde no falta una muestra de su generador portátil de rayos X.