Palabras clave: Contratar un seguro, Seguros obligatorios, Seguros voluntarios, Seguro de vehículos, Seguro de hogar, Seguro de responsabilidad civil, Seguros multirriesgo, Seguro de Incapacidad Labora Temporal, Seguro de vida, Seguro de salud
Sentirse protegido es uno de los valores más apreciados en el mundo en el que vivimos. Tanto en la vida particular, familiar, como en la actividad profesional, queremos tener una sensación de seguridad. En ocasiones, las nuevas necesidades sociales y la creciente regulación en todos los ámbitos aumentan las situaciones de riesgo a tener en cuenta. Y además, hay que tener en cuenta los imprevistos, enfermedades, fenómenos naturales, accidentes… Situaciones indeseables, pero que hay que prevenir de alguna forma.
Proteger lo que más importa
Desde un seguro industrial a otro de responsabilidad civil para mascotas, existe un abanico cada vez más amplio de productos que nos pueden hacer sentir más acompañados. Y más recompensados. Según el informe Estamos Seguros 2017 de la patronal Unespa, las aseguradoras devuelven cada hora 5,2 millones de euros que sus clientes habían perdido a causa de incidentes de todo tipo.
De esta forma, contar con un seguro adecuado es fundamental. Es importante tener el máximo de riesgos cubiertos, sin duplicidades. Y para realizar una buena gestión aseguradora, es básico saber cuándo es el mejor momento para contratar una prima de seguro. Los seguros más comunes (primera vivienda, automóvil) están presentes en el 96% de los hogares españoles, indica el mismo estudio de Unespa. Esto significa que tan solo uno de cada 25 hogares en España no tiene ningún tipo de seguro. Los españoles invierten 4,50 euros de cada 100 que gastan en la protección de lo que más aprecian.
Los seguros obligatorios y los recomendables
Para responder a la pregunta de cuál es el mejor momento para concertar una póliza de seguro, hay que diferenciar primero entre las pólizas de protección que hay que tener formalizadas antes de iniciar una actividad, y las que son voluntarias y se pueden contratar a lo largo de la vida del asegurado, en el momento más conveniente.
Dentro de la primera categoría, encontramos dos tipologías diferentes: por una parte, los seguros obligatorios, que hay que contratar necesariamente para realizar una actividad privada (no se puede conducir un turismo sin tenerlo asegurado) o para iniciar o mantener un negocio (las empresas con trabajadores deben contratar un seguro de accidentes laborales); y por otra parte, los seguros voluntarios.
- Entre los seguros imprescindibles encontramos el citado para vehículos a motor, el seguro de hogar o el seguro de caza, por ejemplo. Esto en lo que se refiere a las tareas privadas y de ocio. Es evidente que si tenemos intención de comprarnos un coche deberemos contratar un seguro, puesto que en caso contrario podemos afrontar sanciones. No hay elección en estos casos: tenemos que contar con este tipo de seguros en el momento de iniciar la actividad. Asimismo, en nuestro negocio, empresa o trabajo estamos obligados a tener unos riesgos cubiertos, especialmente para la protección de terceros. Para poner otro ejemplo, un ingeniero necesita un seguro de responsabilidad civil para ejercer su profesión. Y hay que tener en cuenta que cuando un cliente se da de baja del seguro, quedan fuera de cobertura las nuevas reclamaciones que puedan producirse, incluso, en muchos casos, las realizadas por tareas desarrolladas con el seguro en vigor. El Consorcio de Compensación de Seguros dependiente del ministerio de Economía y Empresa, ofrece en su página web un listado de estos seguros totalmente necesarios.
- Entre los seguros voluntarios destacan los multirriesgos, para proteger el local de la oficina o de la tienda. En estos casos, también es aconsejable contratar la póliza coincidiendo con el inicio de la actividad. Otro caso a tener en cuenta es el del autónomo que dispone de un seguro de Incapacidad Laboral Temporal (ILT), para mantener su nivel de ingresos en caso de baja laboral.
Hemos visto hasta ahora los seguros que son obligatorios o aconsejables desde el principio de una actividad, privada o profesional. Pero en segundo lugar, existen las coberturas que son totalmente voluntarias, y que ofrecen un incremento de la protección. Son los seguros sanitarios y los productos de previsión, especialmente los seguros de vida. Para plantearse este último tipo de seguro, hay que plantearse la situación claramente dependiendo de la edad que tenemos. La recomendación más extendida de los expertos es que los productos de previsión hay que planteárselos en edades tempranas. De forma habitual, el seguro de vida se contrata cuando se forma una familia, coincidiendo con la época en que se suelen asumir más cargas económicas. En cualquier caso, hay que tener en cuenta la edad de los hijos para calcular el capital que interesa asegurar.
La misma recomendación sirve para la contratación de un seguro de salud. Contra lo que puede parecer lógico, contar con una póliza médica a una edad temprana sirve para evitar posibles exclusiones médicas del seguro si se contrata a una edad madura. Una buena época para contratar este tipo de seguros es a finales de año, cuando se producen gran cantidad de ofertas por parte de las entidades aseguradoras.
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